medio-ambiente-planeta-biodiversidad-coronavirus-vacuna

Proteger el medio ambiente, el mejor antiviral tras la COVID-19

Aún en mitad de la pandemia de la COVID-19, los expertos ya se plantean cuáles son las directrices a seguir en materia de medio ambiente una vez superada la crisis actual; unas directrices que pasan irremediablemente por la necesidad de preservar la biodiversidad. Y es que, todos coinciden de manera clara: nuestra mejor vacuna para el futuro es proteger la naturaleza y la biodiversidad y el mejor seguro de vida que podemos encontrar.

El estado de confinamiento en el que ha vivido una gran parte de países del todo el mundo y la paralización de la actividad en algunos sectores altamente contaminantes ha dejado en las últimas semanas imágenes inéditas que reflejan los beneficios ambientales que esta situación excepcional ha provocado.

Por ejemplo: grandes ciudades sin su habitual ‘boina’ de contaminación -con el Himalaya visto desde una distancia de más de 160 kilómetros, por ejemplo, o los cielos de Madrid y Barcelona más limpios que nunca-, aves marinas campando a sus anchas por los cristalinos canales de Venecia, o animales salvajes aventurándose a invadir los solitarios espacios urbanos.

El equipo de ecología de la consultora especializada en sostenibilidad Arup ha creado el Biodiversity & Natural Resources Horizon Scan, un documento basado en el análisis de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que plantea las cuestiones clave en materia ambiental tras esta crisis en torno a cinco temas interconectados: hábitat, biodiversidad, agricultura y recursos, contaminación y crisis climática.

Estos aspectos incluyen desde el coste ecológico de los desarrollos urbanos hasta la identificación de especies y su monitorización con inteligencia artificial, o el registro de la propiedad de terrenos aplicando blockchain.

El objetivo de este trabajo es invitar a la reflexión para generar debate, crear conciencia y promover un cambio de mentalidad a raíz del momento que vivimos.

“El progreso hacia el logro de los ODS depende de la conservación de la biodiversidad y la reducción del cambio climático. Para cumplir con la Agenda 2030 es urgente detener tanto el cambio climático como la pérdida de biodiversidad, claves de las que dependen todas las comunidades del mundo y las generaciones futuras, ya que protegen la salud del Planeta”, explican los autores del documento.

Planeta y salud humana, interconectados

Entre sus objetivos estratégicos se encuentra abordar las causas de la pérdida de diversidad biológica, reducir las presiones sobre el medio ambiente promoviendo el uso sostenible de los recursos, la protección de los ecosistemas, las especies y la diversidad genética, potenciar los beneficios de los recursos de los ecosistemas e incrementar la planificación participativa, la gestión  del conocimiento y el desarrollo de capacidades para hacer frente a este reto de forma conjunta.

“La pérdida de biodiversidad facilita, cada vez más, la transmisión y propagación de patógenos procedentes de especies animales, como es el caso de la COVID-19”, defiende en este sentido Luis Suárez, biólogo y coordinador de Conservación de WWF España, que recalca que “un Planeta sano es nuestro mejor antivirus”, coincidiendo con las conclusiones del informe Pérdida de naturaleza y pandemias, presentado recientemente por la sección española de WWF, y del que Suárez es coautor.

Según este experto con más de 20 años de experiencia en protección del entorno, es evidente la relación “directa” que existe entre la destrucción de la naturaleza y el aumento de pandemias como el nuevo coronavirus. A su juicio, y tras la crisis sanitaria, nos enfrentamos a una crisis social y económica muy importante, pero también “ante la oportunidad de hacer las cosas mejor”.

“No conocemos el origen exacto de la COVID-19, pero sí sabemos que se trata de una zoonosis, una enfermedad que salta de especies animales a humanos”. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que más del 70% de las patologías que han afectado al ser humano en los últimos 40 años han sido transmitidas por animales salvajes, y el número “va en aumento”.

Esto no es una cosa nueva: la peste bubónica “fue una zoonosis”, señala. Todas están presentes en la naturaleza y hemos convivido con ellas durante siglos, afirma, pero ahora se están incrementando “a saltos y con rapidez”.

Y precisamente porque “a menor biodiversidad, mayor es la capacidad de propagación de patógenos (ya sean virus o bacterias), en el momento en que alteramos esta biodiversidad, cuando destruimos un bosque o una selva, alteramos las complejas cadenas de relaciones que existen entre los distintos animales y seres vivos que mantienen estos virus y estos patógenos controlados”, recalca.

“El incremento de las temperaturas hace que aves, mosquitos e insectos migren a zonas que, poco a poco, se están convirtiendo en tropicales. Ahora, pueden transmitir enfermedades en latitudes que antes eran más frías y que ya no son zonas hostiles para ellos”, Luis Suárez.

El cambio climático, además, amplifica toda esta situación y de forma muy directa. “El incremento de las temperaturas hace que aves, mosquitos e insectos migren a zonas que, poco a poco, se están convirtiendo en tropicales. Ahora, pueden transmitir enfermedades en latitudes que antes eran más frías y que ya no son zonas hostiles para ellos”, añade Suarez.

Por esta razón, y tal como advierte desde hace tiempo Naciones Unidas, “nuestra mejor vacuna para el futuro es proteger la naturaleza y la biodiversidad”.

Y esta llamada no llega solo de los grupos conservacionistas, sino también, y sobre todo, de la ciencia. Ya no es una cuestión solo de ecología sino de ser conscientes de que, si queremos que disminuyan las pandemias debemos contar con una naturaleza sana.

“Si no es por ética, hagámoslo por pura supervivencia”, señala Suárez, que recalca que “la vacuna para el Planeta es la vacuna para la Humanidad”.

Para ello, los expertos creen fundamental no detener las acciones contenidas en el Acuerdo de París, sino al contrario, acelerarlas para recuperar la economía sin olvidarse de una transición energética que permita hacer frente al cambio climático, premiando las actividades que contribuyan a mejorar la salud del Planeta y poniendo trabas a las que no.

En el camino, los ciudadanos deberemos adoptar hábitos diarios sostenibles, pero sobre todo exigir a los Gobiernos “cambios estructurales”, defiende este experto.

fuente: compromisoempresarial.com

COMPARTE ESTE ARTÍCULO